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El sueño de una fría noche
de invierno

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   La fría mañana del 31 de Diciembre del año 2016 me he levantado en cuanto ha aparecido la primera luminosidad del amanecer. Sin saber bién qué, algo me inquietaba interiormente, de manera que, como movida por unos hilos invisibles, me he vestido deprisa, he tomado un breve desayuno, he cogido el coche y me he dirigido, carretera hacia delante, en dirección a Iparralde. Sumergida en pleno mes de Diciembre, la niebla embalsamaba el paisaje, las nubes envolvían mi propio coche de un modo tan denso que parecía caminar entre algodones.
 
  Así he llegado a una colina. En ella, la niebla caía formando densas columnas en las que se reflejaba la luz del sol, formando auténticas columnas de luz en un paisaje onírico y deslumbrante. Ha sido precisamente en ese lugar. He tenido una visión. Me he visto a mi misma, en el s. XVIII. Era una mujer aristócrata. Yo caminaba por el lugar, quizá iba camino de la casa de algún pariente para llevarle algunos alimentos para festejar la Nochevieja. Por el camino me detuve para atusarme mi vestimenta interior. Y sí, entonces apareció él. Era un enviado en misión que ha venido a decirme que la Revolución ya estaba aquí y que pronto vería como caerían los privilegios de las clases poderosas y opresoras, de modo que ya podía ir preparándome. ¡Buf! Al menos he podido conseguir un beso suyo, para ver si así le convencía de que no somos tan malos.
 
  Estaba preocupada. No sabía en qué derivaría todo esto. En cuanto he bajado de la colina la visión se ha disipado y he vuelto a casa, pero me han quedado estas imágenes. Hoy es Nochevieja, en efecto, pero del 2016. ¿Y en qué quedó la Revolución?
 
¡Feliz año 2017 a todos, de parte de Carlos y de mi misma!
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 Publicado en mi Facebook en la Navidad 2016-2017

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