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   Con el comienzo de la Primavera llegan las celebraciones, especialmente este año en el que muchos están alegres por la abdicación de Buonaparte y de la que ya ha sido informado mi esposo en Burdeos. La ciudad, desde este 12 de Marzo, vuelve a ser fiel al rey Luis XVIII.

 

  En efecto, este Sábado pasado, aprovechando, además, mi reciente cumpleaños, mi esposo y yo hemos acudido a un baile en el Castillo de Tours, en esa siempre hermosa ciudad que es Burdeos, para poder reunirnos con la buena sociedad de la ciudad. El tiempo ha acompañado la celebración brillando el sol durante todo el día, y se ha mantenido la temperatura incluso al caer la noche. Las damas han lucido bellos vestidos de algodón, raso y sedas en suaves tonos pastel, adornándose discretamente con joyas, como manda la moda de este año 1814. Las niñas brillaban entre los visitantes con guirnaldas de flores en el pelo, como ninfas griegas, y los niños parecían pequeños hombrecitos correteando entre las mesas. Los caballeros vestían con elegancia y gallardía sus fracs confeccionados a medida y, entre ellos, hemos podido ver a algún oficial francés que parecía echar de menos los tiempos de Buonaparte.

 

  La presencia de otros militares en el convite, no ha hecho sino agravar nuestra preocupación por el destino de tantos amigos y compañeros del Cuarto Ejército en el que prestaba servicio mi marido, hasta que fue enviado por el general Mendizabal a supervisar la defección de Burdeos de entre las filas del emperador. ¿Qué habrá sido de ellos? ¿Cómo habrá terminado la batalla ante Toulouse de la que nos han llegado algunos rumores?

 

  Mi marido ha acudido ataviado con su uniforme de capitán Iº del regimiento 1 de tiradores de Cantabria…, y yo no he  estrenado vestido en esta ocasión, sino que he utilizado uno que ya tenía de otras celebraciones… mi modista se encontraba afectada por un resfriado y no ha podido finalizar un vestido color de rosa que le encargué hace ya algunas semanas. A pesar de las preocupaciones que nos asaltaban debido a la turbulencia de estos tiempos de guerra hemos intentado disfrutar de la ocasión. Me ha impresionado hondamente la soberbia actuación de la cantante lírica Mlle Marine Granier, quién, en uno de los salones de este magnífico palacio, ha interpretado diversas canciones de ópera. El maravilloso color de su voz ha inundado las estancias de la mansión mientras el ponche hacía su efecto en nuestros espíritus.

 

  En el salón de baile, los asistentes danzaban festejando la llegada de la luz, la proximidad del verano y la cercanía de un nuevo tiempo político que comienza a vislumbrarse en el horizonte. No obstante, el porvenir aún está lleno de incertidumbre y cada día temo la llegada de una carta que anuncie a mi esposo nuevas batallas que luchar en territorio francés. Recordaremos este baile con afecto… ha sido un placer asistir a él. Esperaremos con ilusión una próxima velada… cuando la paz ya se extienda definitivamente por la bella Francia y por todo el mundo.